RADICALES LIBRES vs ANTIOXIDANTES.

¿Qué son los radicales libres?

Podríamos definirlos como radicales químicos. Este término nos indica toda molécula, incompleta, que de su yo tiene a completarse.
Estos se dividen en simples y compuestos.

Los primeros son en estado atómico y los segundos son moléculas incompletas formadas por átomos de distintos elementos.

Ejemplo: Hidrogeno en estado naciente (protón) y óxido de carbono que tiende a convertirse en anhídrido carbónico.

A su vez, estos radicales, se tendrían que dividir en reales e hipotéticos.
Los reales son aquellos que pueden existir en estado de libertad, como ser el oxido de carbono - monóxido de carbono. Los hipotéticos, son aquellos radicales que no pueden existir sino solo en estado de combinación, como el oxidrilo (OH). Esta nomenclatura química, fue convalidada hace más de un siglo.

La vida promedio de estos cuerpos, son de milésimas de segundos. Es el motor de la vida y ésta es una función dinámica, de cambios, de transformaciones.
Dentro del campo de la química humana, se ha puesto en boga, que el exceso de radicales libres - cuyo nombre químico debe ser RADICALES QUIMICOS - ES LA CAUSA DE DIVERSAS ENFERMEDADES.

A nuestro criterio no tiene sustento. ¿Por qué?

Analicemos.-

Algunos científicos - formadores de opiniones -  avalados o promovidos por la Industria Farmacéutica - indicaron que el oxigeno era un amigo mortal. Se basaron en hechos ciertos. A saber, si una fruta -manzana- era cortada y puesta al aire libre, aunque sea refrigerada, se oscurecía, por lo tanto se oxidaba. Lo mismo ocurre si una manteca, sin envoltorio, es expuesta al aire libre, aun estando en refrigeración. Cambia su color de blanquecida a marrón, este proceso nos indica que esta oxidándose. Y esto es cierto.

Pero esto, nos indica que ambos productos se han oxidado por la pérdida de su capa protectora, la cáscara de la manzana y el papel parafinado en la manteca.

Ambos poseían protecciones - la cáscara y el papel - de funciones ácidas. Por lo tanto, las oxidaciones fueron producidas por la falta de un elemento que desequilibró el normal funcionamiento de estos cuerpos.
Independientemente a esto, las oxidaciones son un proceso inherente a la vida.

Necesitamos oxígeno para vivir y desgraciadamente ese elemento, no es inocuo. Lo podemos apreciar en las oxidaciones producidas por el oxígeno sobre metales, maderas, piedras y elementos orgánicos.

Tomando nuevamente el ejemplo de la manteca, vemos que en forma paulatina, va cambiando de color la capa externa con el paso dl tiempo, volviéndose más oscura y produciendo cambios organolépticos (sabor-color-olor).

Lógicamente, tendríamos que pensar que este proceso visible también se podría producir en nuestro interior cuando inhalamos oxígeno.
Se esto fuera tan cierto, nos encontraríamos en una paradoja de la evolución. El que nos da la vida y nos mata. ¿Será tan cierto?

Pensemos acerca de la utilidad del oxígeno que inhalamos (compuesto del aire).
Gracias a él tienen lugar en el interior de nuestras células procesos complejos y de grandes transformaciones químicas -como ser la beta-oxidación, glicólisis, ciclo de krebs y respiración celular - y nos permite la liberación de energía contenida en los alimentos que se destina a la fabricación de nuevas células, indispensables para nuestras funciones vitales.
Además este elemento - oxígeno - no tiene sustitutos, no se puede suplir por otros elementos. No existen.

Estas transformaciones efectuadas gracias al oxígeno - intercambio de electrones -protones y negatones- dan lugar a los denominados "radicales libres", moléculas o átomos inestables. Que se caracterizan por tener en su estructura atómica un electrón desaparejado, es este se convierte en radical libre (radical químico). A su vez este cuerpo liberado busca afanosamente acoplarse a su entorno a fin de buscar equilibrio, iniciándose una reacción en cadena en forma interminable si no encuentra algo o alguien que frene este accionar.

Esto nos indica, que si este proceso no se neutraliza, podría provocar lesiones graves en nuestros tejidos.
Nuestro organismo se ha dotado a lo largo de su evolución de los mecanismos necesarios para neutralizar estos radicales libres.

Hablamos de enzimas naturales como el superóxido de dismustasa (rica en cobre, zinc y manganeso), la glutatión peroxidasa (rica en selenio) y catalasa.
En el proceso de oxidación interna -oxidación de los alimentos y deshechos- nos encontramos con radicales libres de procedencia externa, del medio ambiente (gérmenes, tóxicos químicos y alteraciones alimenticias, etc.).

La industria de la salud, considera que la ingesta de suplementos, vitaminas y elementos sintéticos -denominados ANTIOXIDANTES- es la solución a los posibles problemas de hiperoxidaciones.

Es muy probable que, aquellas personas que practican deportes en forma excesiva o que padezcan patologías donde inhalen mayores cantidades de oxígeno que lo normal puedan producir radicales libres en exceso y esto produzca alteraciones en su metabolismo. Se produciría una oxidación anormal a la oxidación equilibrada de un sistema normalizado. Si no se produce este desequilibrio, nuestro sistema antirradicales libres, neutralizaría su accionar.

Si nos remontamos a la historia, ya en el año 1933, se hablaba del carácter letal del oxígeno. No es nada nuevo. En ese año y posteriores, investigadores indicaban el accionar de los neutrófilos. En las investigaciones realizadas aclaraban que los neutrófilos consumían mucho oxígeno cuando fagocitaban microorganismos, y se volvían ineficaces cuando el oxígeno no estaba presente.

Esto motivó que las miradas se volvieran contra el oxígeno, su posible reducción, y apareció el nombre de "Radicales libres".

En el año 50, se intensificó este accionar -nuevas patologías médicas- motivadas por los posibles radicales libres.

La industria farmacéutica tomó el aguante dejado por los investigadores y encontró la panacea a todos los males, denominada productos antioxidantes. La industria alimenticia, vio con agrado este filón y comenzaron los suplementos alimenticios adicionados a los alimentos. Una carrera de varios millones de euros y dólares.

En el año 1960, se descubrió que los neutrófilos producían grandes cantidades de superóxidos -radical libre basado en el oxígeno- cuando "comían" a los gérmenes.
Y que además este superóxido era necesario para tal fin.

Por lo tanto, si este nuevo elemento -superóxido y sus derivados- mataba a los indeseables se pensó que era lo bastante tóxico para causar daños a los tejidos normales.

Y a partir de ese instante y por esta causa, se asumió que los radicales libres dañaban los tejidos sanos de una amplia variedad de patologías como la artritis, arteritis, inflamaciones y numerosas más. Se pensaba que la acumulación de los neutrófilos en los tejidos sanos motivaban una amplia gama de enfermedades.
Este es el origen de los antioxidantes y suplementos alimenticios.
Estos fundamentos -motivo de la gran ingesta de productos químicos- NO POSEEN FUNDAMENTO CIENTIFICO.

¿Por qué?

El superóxido, se demostró a posteriori, sólo está asociado con los mecanismos que son responsables de la muerte de los indeseables pero no es responsable EN SI MISMO de la muerte de los mismos.
Por lo tanto estas teorías de los superóxidos quedaron sin fundamento.

¿Por qué?

En los glóbulos blancos el sistema que produce el superóxido se activa cuando fagocitan a las bacterias. Y este sistema bombea potasio al compartimento donde se aloja el microbio y el paso del potasio ajusta la alcalinidad del ambiente y también activa las enzimas -proteasas- que son liberadas desde los gránulos del interior de la célula blanca. Es decir, aunque se produzcan radicales libres es la liberación del potasio, en el espacio de alrededor del microbio invasor, el que activa las enzimas que llevan a su destrucción.

Además, el término radicales libres tiene que tener polaridad definida, como ser electronegativo o electropositivo.

El oxígeno, por su función, tiene la carga constante e invariable, es un cuerpo electronegativo.

Recordemos que las cargas de igual polaridad se repelen y las cargas desiguales se atraen. Esto es un axioma.

El cuerpo humano es un excelente conductor de energía, dado que el 65 % está compuesto por agua (conductora por excelencia).

Y esto es tan cierto, que la piel con su carga electropositiva hace que en el caso de darnos un apretón de mano no recibamos descargas eléctricas.

¿Y a qué se debe esto?

En el cuerpo humano hay una extensa red de alta conducción de energía, similar al sistema nervioso.

Cuando radicales libres -emanados del oxígeno- internos o externos, entren o se produzcan de manera fortuita no circularán por nuestro cuerpo al azar. Circularán por puntos clases localizados por todo el organismo. Dado que estos iones son partículas con carga eléctrica tomaran caminos de alta conductividad.
Esto se puede comprobar, por medio de mediciones por instrumentos que localicen conductimetría.

Estos puntos de alta conductividad corresponden a los puntos de los meridianos de Acupuntura descubierto por los chinos en la antigüedad, hoy vigentes.

Esta red de conductividad es similar a los pararrayos, cuya función consiste en que ninguna descarga eléctrica, interna o externa, dañe las "instalaciones".

Esto hace posible que nuestro cuerpo -el cual está inmerso en un medio ambiente de ondas magnéticas y eléctricas- no sufra las consecuencias de estos radicales libres, que como ya vimos son de alta conductividad.

Por lo tanto si produjéramos radicales libres (los cuales podrían afectar nuestro organismo) esta red de alta conductividad descargaría los mismos inmediatamente al exterior.

La verdadera dosis de antirradicales libres, está en una dieta balanceada y acorde a nuestras necesidades y usos ambientales.
Esa es la clave.